Al comenzar un nuevo año las personas suelen hacer propósitos de diferente naturaleza; pero uno de los más comunes es bajar de peso, cosa que muy poco se cumple.

Es que es fácil en medio de la emoción del cambio del año trazarse metas; pero una vez pasado el fervor de la fiesta, se medita mejor el asunto y se resuelve archivar el caso.

¿Por qué sucede esto? Sencillamente, porque lo que no se hace ahora, difícilmente se lo hará después. No digo que no haya quienes sí cumplan con sus metas y propósitos, por supuesto que los hay, sólo que para algunos es un poco difícil.

¿Se ha propuesto algo en estos días? ¿Tiene ya alguna meta especial para este nuevo año? Con todo respeto, permítame sugerirle algo, gane almas para Cristo.

Sin temor a equivocarme ésta es la meta más noble y enriquecedora para un creyente en este nuevo año; y es realizable, no está fuera de su alcance, ¿quizá tres personas por mes?, ¿se imagina lo que significaría cumplir esta meta?, al finalizar el nuevo año, treinta y seis personas nuevas tendrían su nombre inscrito en el libro de la vida, ¿para quién sería esa corona?, pues sí, para usted que lee estas líneas.

Anímese, esto hará que en este nuevo año su corazón rebose de alegría al dar cumplimiento al deseo del Señor de que todo hombre sea salvo.