¿Y su propósito?

Ps. Miguel Mendoza

En estos últimos días, he escuchado con preocupación las peticiones de oración de algunas personas aquejadas por la ansiedad y la depresión; dicen algunos que es el efecto post festividades.

 

Bueno, es cierto que hay una especie de tensión antes de que lleguen las fiestas de diciembre, porque hay que cumplir con algunos compromisos, y lo más común para esta época es adquirir deudas.


Parte de la publicidad de las tarjetas de crédito es decirle al cliente que compre con toda facilidad durante el mes de diciembre, que ya vendrá enero para comenzar a pagar. Pues ya llegó enero y hay que pagar, y por supuesto, esto genera presión, cuando se es responsable.


Benjamín Franklin dijo, a manera de consejo, algo que me parece oportuno citar en este momento:


No gastes nada que no hayas ganado todavía.”

 

Estar con estas cargas emocionales nos ahoga, nos quita el gozo y la tranquilidad de vivir en paz. Dios no quiere que estemos sometidos a demasiada presión, porque esto afecta dos áreas de nuestra vida: la física y la espiritual. 


¿Cómo resolver esto? Frente al impulso de comprar más de lo que podemos pagar, debemos recordar las palabras de Pablo en Filipenses 4:11-12: 


“…he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado…”.

 

Pero si las deudas ya están ahí, y no las puede pagar como había previsto, no permita que la preocupación desgaste sus fuerzas, alce sus ojos a Aquel que es poderoso para rescatar nuestras almas de toda angustia y crea que Él es fiel para socorrerle de toda aflicción, y su corazón volverá a disfrutar de Su paz.

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