No se afane

Ps. Miguel Mendoza

Cambiar la realidad de un país no es algo que descanse en la voluntad de un solo hombre; por poner un ejemplo: el problema de la corrupción es algo que se debe combatir desde las bases de la sociedad, porque cuando las bases están contaminadas, contaminan el sistema.

El propósito de la Iglesia en nuestro medio es ser un ente de cambio dirigido a esas bases.

¿A qué me refiero?

Si el ciudadano común conoce a Cristo y por conocerlo, sus valores y principios son de alta calidad moral y sobre todo espiritual, el sistema empezará por lo menos a tener un referente de cambio.

Al dejarnos en este mundo, Dios espera que llevemos Su luz a todos los rincones donde impera la oscuridad moral y espiritual, ¿cómo?:

La Escritura nos deja en claro lo que Dios desea. (Romanos 12:2)


“No os conforméis a este siglo…”. (Jeremías 15:19) “… Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos”.


No nos amoldemos a este sistema viciado de pecado, al contrario resplandezcamos con la luz de Cristo como luminarias en este mundo.


“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Juan 8:12

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